La palabra lente deriva del latín lens o lentis, que significa “lenteja”, ésta ha sido bautizado con este nombre por la similitud (en su forma) con la conocida legumbre. Asimismo, esta palabra es de género ambiguo, ya que suele usarse en femenino para hacer referencia al cristal óptico, mientras que al ser usado en masculino se refiere (en algunos países) a las gafas o anteojos de lectura o protección solar.
Las lentes comenzaron a aparecer a inicios del siglo XIII, cuando los fabricantes creaban pequeños discos de vidrio que se podían montar sobre un marco, con el objetivo de aumentar el tamaño de las cosas y proteger el ojo humano de la luz intensa. Fue desde ese entonces que se crearon las primeras gafas de lectura o gafas de libros.
Según la forma que adopten las lentes, éstas pueden ser convergentes o divergentes. Las lentes convergentes se caracterizan por ser de un grosor mayor en el centro y más estrechas en los bordes. Obtienen su nombre debido a que los rayos de luz se unen o convergen en un punto determinado que tiene por nombre foco de imagen. Éstas a su vez pueden ser; biconvexas, planoconvexas o cóncavo-convexas.
Por su parte, las lentes divergentes llegan a tener un grosor de mayor dimensión en los bordes, mientras se van estrechando cada vez más a medida que se llega al centro. Obtienen su nombre, debido a que separan o divergen todos los rayos de luz paralelos al eje principal que las atraviese y su foco de imagen se encuentra a la izquierda, mientras que las convergentes lo poseen en su lado derecho. Las lentes divergentes pueden ser; bicóncavas, planocóncavas o convexo-cóncavas.
Actualmente existen lentes que se denominan artificiales, ya que son construidos con materiales de artificiales no homogéneos, haciendo que su comportamiento exhiba índices de refracciones menores, es decir, una lente artificial divergente puede llegar a ser biconvexa. Este tipo de lente llega a ser de gran utilidad en microondas gracias a sus propiedades.
