El materialismo establecía una teoría en la que el origen del universo provenía de un elemento material, existente, y que a partir de la interacción de las moléculas presentes en este objeto, surgió todo lo demás, de la misma manera se aplicó en forma analógica al hombre, diciendo que el hombre que se forma se hace a partir de un elemento material, que crea el alma. Este elemento esencial se destruye cuando el hombre deja de existir, muere. En las subsiguientes civilizaciones después de los postulados de Demócrito (principal filósofo estudioso de la materia), y Aristóteles, (quien afirmaba que la materia prima inicial existía antes que nada) se puso en tela de juicio la existencia de un ser supremo, un Dios responsable de la creación del hombre y la vida en la tierra. La teología y las corrientes que derivaron de esta generaron mucha confusión que se oponía a las corrientes filosóficas como el materialismo, que evidenciaba un claro estudio del origen orgánico y científico del hombre como un organismos multicelular que se desarrolló en un biotopo que evolucionó durante años y no un ser derivado de una presencia omnipotente y superior que lo creó todo en 7 días.
Los materialistas fueron perseguidos en la época del renacimiento, considerados herejes y hechiceros por considerar que los designios de la iglesia católica, institución religiosa que sostenía al postulado del idealismo con el Dios y la corona sobre el rey no se adaptaban a una realidad científica y en proceso de ser comprobada. Hoy en día la fe y el albedrío han hecho de las sociedades unos cúmulos de pensamientos libres capaces de analizar y tener conciencia de su procedencia.