Si lo que se quiere es entender este compuesto como una molécula, hay que tener en cuenta que el carbono es el átomo más importante de las moléculas orgánicas y su número atómico es 6, puesto que éste se ubica en el sexto lugar en la tabla periódica de los elementos. El hecho de que el carbono posea el 6 como número atómico quiere decir que éste posee 6 protones en el núcleo y 6 electrones en la periferia. Por otro lado, es importante tener en cuenta que los electrones se ordenan en capas y orbitales y que los electrones son un elemento fundamental para dar paso a la formación de moléculas.
En esta misma línea, si se unen cuatro hidrógenos al carbono, cada hidrógeno aporta un electrón y con ayuda de los electrones de valencia del carbono se produce un enlace de dos electrones. Así, en total se forman cuatro enlaces y cada uno contará con dos electrones, por lo que el carbono terminará rodeado por ocho electrones en su capa más externa. Cuando se forma la molécula de metano, el carbono logra una gran estabilidad.
Las características principales del metano es que no presenta color, olor y también insípido, es insoluble en agua y su licuación resulta dificultosa. El metano puede reaccionar con los siguientes halógenos: flúor, cloro y bromo, dando paso a una mezcla de halometanos y un haluro de hidrógeno. Si se fusiona con el flúor puede ocasionar una violenta explosión. En cambio se se une con el cloro y el bromo se requiere en su fase inicial aportar energía en forma de luz o calor, y la reacción es menos potente, en especial en el caso del bromo.