Este es uno de los cuatro muros de contención que se encuentran en las adyacencias del Monte Moriá, los cuales fueron construidos con el objetivo de ampliar la explanada sobre la cual fueron construidos el Primer y el Segundo Templo de Jerusalén, dando paso a lo que hoy se conoce como la Explanada de las Mezquitas por parte de la tradición musulmana mientras que en la tradición judeocristiana se le conoce como Explanada del Templo.
En el año 70 d.C. cuando se dio el precedente de la destrucción del Templo de Jerusalén por parte de las legiones romanas del emperador Vespasiano. Solo una porción del muro de la edificación se mantuvo en pie. Fue el general Tito a quien se le responsabilizó del asedio a la ciudad y de la destrucción del templo, que además tomó la decisión de no destruir totalmente el muro para que de esa manera los judíos no olvidaran que Roma había triunfado sobre Judea. Por esa razón es que el muro simboliza el lamento del pueblo judío a causa de dicha derrota y desde ese momento es conocido bajo el nombre de Muro de los lamentos.
A pesar de ello, con el paso de los siglos el pueblo judío entendió que se trataba de un mensaje de parte de Dios, según el cual afirmaba que siempre se mantendría en pie una parte del sagrado templo simbolizando la alianza eterna de Dios con el pueblo Judío. El pueblo judío ha rezado frente a este muro durante los últimos dos mil años, ya que se mantiene la creencia que este es el sitio accesible para el hombre más sagrado en todo el planeta, ya que es imposible acceder al interior de la Explanada de las Mezquitas, el cual se consideraría como más sagrado que el muro.