El origen y el significado de los obeliscos pueden remontarse a la cultura egipcia, donde comenzaron a ser utilizados. En ese momento, los lados del monumento estaban tallados con jeroglíficos que indicaban que Faraón la había erigido, cuál era el nombre del dios al que estaba dedicado y cuál era el acontecimiento militar o político por el cual se erigió. Así, se cree que los obeliscos surgen en la quinta dinastía egipcia, aproximadamente 2494 aC. A 345 a.C. Y que se levantó con el propósito de adorar principalmente a Amón Ra, Baal, Nimrod, y las diferentes deidades que, con el tiempo, se han asociado con el rey de la estrella.
Por otra parte, los obeliscos también son claramente símbolos sexuales, ya que el falo, órgano reproductor masculino, también fue reconocido (como el Sol) como un símbolo de la vida y, por lo tanto, un símbolo del Dios Sol mismo. Hoy, este es el sentido más generalizado y compartido al analizar su simbolismo, y se entiende que, dondequiera que haya un obelisco, es sinónimo de fuerza, energía sexual y poder masculino.
Sin embargo, aparte del simbolismo, el uso de obeliscos hoy, en la arquitectura de nuestras ciudades, obedece a otras razones, superpuestas y complementarias quizás al simbolismo pagano y al culto por nuestras élites a las mismas deidades de miles de años, pero con muchos más Por su forma y operación, un obelisco es básicamente una torre de captura y emisión, una antena, que puede concentrar desde su base enormes cantidades de energía y emitirla desde su punto a algún otro lugar situado alrededor. Este es el uso que se da hoy, o dado, por aquellos que han planeado las grandes ciudades del planeta, a través del conocimiento de la geometría sagrada y / o simplemente prestando atención a aquellos que, desde otros niveles de poder, Y dónde poner formas arquitectónicas concretas.
