En el campo periodístico tratamos de distinguir claramente qué es opinión y qué es información. Un ejemplo del primer caso sería la columna periodística, donde el escritor expresa su opinión sobre un tema actual. Un ejemplo de la información son las noticias, que deben ser rigurosas y responder a una serie de preguntas: qué sucedió, cuándo, cómo y dónde. En la información no se deben incorporar opiniones, al menos de manera explícita o directa, ya que es inevitable que de manera indirecta o entre líneas el periodista mueva su opinión personal.
La opinión, en cualquier caso, generalmente se asocia con juicios subjetivos. La frase «Este coche tiene cuatro ruedas» no es una opinión, ya que puede contrastarse con la realidad del automóvil. En cambio, una frase como «Este es el mejor auto de esta época» es una opinión porque depende de lo que el emisor de estas palabras espera de un automóvil, sus conocimientos técnicos y una serie de problemas muy personales.
A lo largo de un día escuchamos todo tipo de opiniones. En principio, todos son respetables, aunque hay algunos que tienen una base y un rigor y otras opiniones son más caprichosas. Si alguien dice que a esa persona no le gustas y no da ninguna información o información para discutirla, está expresando su opinión personal, pero sería más valiosa y más significativa si va acompañada de las razones que tiene para la persona famosa. a enfermarse.
Estamos pasando por una era en la que todos podemos publicar nuestras ideas sobre las cosas y otras personas, independientemente de si lo hacemos en serio y fundamentalmente, o simplemente para molestar y confundir a los lectores. Es necesario que las empresas comiencen a moderar esta actividad, de modo que la fracción de información útil presente en los comentarios pueda finalmente ser explotada. Nintendo lo ha hecho con su red social (Miiverse), que indica si los usuarios son dueños de los juegos en los que piensan; todo lo que queda es esperar a que otras compañías sigan sus pasos.