La permisividad está vinculada a otras actitudes que también reducen el potencial del niño: la sobreprotección. La permisividad es la actitud que muestra una tolerancia exagerada hacia ciertas áreas.
En el contexto de la educación permisiva, también falla un principio muy importante de la pedagogía asertiva: aprender a decir no. Es muy importante que los padres pongan límites a sus hijos a través de la firmeza de la palabra no. De lo contrario, los niños adquieren una noción distorsionada del mundo y de la vida, ya que un niño que no ha desarrollado su capacidad de tolerancia en la infancia llegará a la adolescencia y descubrirá por sí mismo los límites que se encuentran en el camino.
Quien es permisivo, por lo tanto, muestra tolerancia a la transgresión de las normas o, al menos, aparece como alguien que está abierto al intercambio de opiniones y razones antes de tomar una decisión. Si un maestro anuncia la fecha de un examen y, después de las súplicas de sus alumnos, decide posponerla por unos días, se puede decir que es una persona permisiva.
La permisividad social, es una de las causas de la violencia familiar, son muy diversas, desde formas de educación permisiva hasta patologías mentales, pasando por conflictos familiares. «No podemos hablar de un desorden específico de violencia filioparental, sino de un síntoma que es como una denuncia, un grito de auxilio por un dolor que nadie ve o asiste» pero es una salida falsa porque por usar la violencia, agrega más violencia «, dice José Ramón Ubieto, psicólogo de la SSB Horta-Guinardó.
Consentir a un niño en exceso y luego, descubrirá que no ha desarrollado los recursos adecuados para enfrentar este tipo de situaciones. La permisividad es negativa para los niños precisamente porque impide que los niños entrenen habilidades emocionales importantes, como la frustración de no cumplir un deseo. Una educación permisiva también involucra echar a perder excesivamente al niño y darle muchos caprichos.
En este tipo de educación es posible cometer errores pedagógicos. Por ejemplo, poner al niño en un castigo que luego no cumple. De esta manera, el niño recibe mensajes contradictorios que no lo ayudan a diferenciar entre lo que es correcto y lo que no.
