Los vándalos, gépidos y godos emigraron desde el sur de Suecia en los últimos siglos aC y ocuparon el área de la costa sur del Báltico, aproximadamente entre el Oder en el oeste y el río Vístula en el este. En una fecha temprana también hubo migración hacia el sur y el oeste a expensas de los pueblos celtas que entonces habitaban gran parte de Alemania occidental: los celtas Helvetii, por ejemplo, que fueron confinados por los pueblos germánicos a la zona que ahora es Suiza en el siglo I aC, una vez se había extendido tan al este como el río Main.
Para la época de Julio César, los alemanes se establecieron al oeste del río Rin y hacia el sur habían llegado al río Danubio. Su primer gran choque con los romanos se produjo a finales del siglo II aC, cuando los Cimbri y Teutoni (Teutones) invadieron el sur de la Galia y el norte de Italia y fueron aniquilados por Cayo Mario en 102 y 101. Aunque los viajeros individuales desde el tiempo de Piteas en adelante Había visitado países teutónicos en el norte, no fue hasta el siglo I a. C. cuando estaba muy avanzado que los romanos aprendieron a distinguir precisamente entre los alemanes y los celtas, una distinción hecha con gran claridad por Julio César. Fue César quien incorporó dentro de las fronteras del Imperio Romano a aquellos alemanes que habían penetrado al oeste del Rin, y fue él quien dio la descripción más antigua existente de la cultura germánica.
En el año 9 aC los romanos empujaron su frontera hacia el este desde el Rin hasta el Elba, pero en el año 9 dC una revuelta de sus súbditos alemanes encabezados por Arminio terminó en la retirada de la frontera romana hacia el Rin. En este período de ocupación y durante las numerosas guerras libradas entre Roma y los alemanes en el siglo I dC, enormes cantidades de información sobre los alemanes llegaron a Roma y, cuando Tácito publicó en 98 dC. el libro ahora conocido como Germania, tenía fuentes confiables de información sobre las cuales dibujar. El libro es una de las obras etnográficas más valiosas que existen; la arqueología ha complementado en muchos aspectos la información que brinda Tácito, pero en general solo ha tendido a confirmar su precisión y ha ilustrar su percepción de su tema.