Los convenios Quid pro quo pueden ser honestos y legales, o quizás no; esto dependerá de si los actos implicados representan una transgresión a la confianza monetaria o de las normas dictadas, para asegurar la imparcialidad de evitar el fraude.
La expresión quid pro quo puede interpretarse como:
Uno a cambio de otro, con de igual valor.
Reciprocidad.
Ojo por ojo, diente por diente.
Originalmente el sentido de este latinismo surgió por error al aplicarse como figura de reciprocidad en un acuerdo explícito e implícito, al intercambiar favores o cualquier otra clase de relación social o interpersonal, principalmente en los convenios en donde deben existir beneficios o entregas equivalentes por cada parte.
Como ya se ha mencionado, esta frase significaba el error gramatical de utilizar el pronombre latino “quid” como tema nominativo, en reemplazo de “quo” como tema ablativo, del cual se saca la interpretación más próxima al origen, la cual es: la equivocación que supone trastocar una cosa por otra o una persona por otra.
Las situaciones quid pro quo también se pueden encontrar en casos de acoso sexual, lamentablemente es muy frecuente (hoy en día) que a una persona se le chantajee para poder obtener un empleo, un ascenso o cualquier otro beneficio, laboral, a cambio de un favor sexual.
Muchos son los contextos donde se maneja esta expresión: en la política, la economía, el comercio, en fin, en todos los aspectos de la vida cotidiana es aplicado el quid pro quo.
