La implementación del término reserva forestal o reserva natural se remonta al siglo III a.C. cuando el rey de Sri Lanka (una de las ciudades más antiguas de Asia), Devanampiya Tissa, ordenó que se protegiera la vida silvestre alrededor del pueblo Mihintale, creando así el primer santuario natural que protegía la vida de los seres que en él habitaban. Sin embargo, muchos expertos aseguran que la creación de las reservas naturales se debe al temor que existía (en la antigüedad) de los “bosques malditos”, en los cuales los seres humanos no se atrevían a atravesar debido a la creencia de espíritus que podía atacar a quienes pisaban sus tierras, creando así estos espacios donde ningún hombre entraba.
Actualmente, las reservas naturales son designadas por diferentes instituciones gubernamentales, como es el caso de National Nature Reserve (institución con mayor reconocimiento en el mundo, cuya sede principal se ubica en el Reino Unido) al igual que existen organizaciones sin fines de lucro dedicadas a la protección del ambiente e instituciones investigadoras de varias naciones y que son independientes del gobierno.
El continente americano es el que posee el mayor número de reservas forestales debido a la gran diversidad de ecosistemas que se pueden apreciar en el mismo. El país que posee el mayor número de reservas en América Latina es Chile y es que gracias a la gran diversidad de clima, en el país existen muchos tipos de ecosistemas, desde los desérticos (con las zonas más áridas del mundo) hasta las zonas de mayor humedad (con las árboles más antiguos y vírgenes del planeta), gracias a todas estas condiciones la nación se ha hecho acreedora de más de 100 reservas forestales, clasificadas como Parques Nacionales, Monumentos Nacionales o Reservas Naturales, cuyas áreas en total superan los 14 millones de hectáreas, es decir el 19 % del territorio nacional.