El sofista más viejo era Protágoras de Abdera. Él fue el primero en llamarse a sí mismo un sofista o maestro de la sabiduría. Su disciplina se basó en el principio del relativismo que lo refiere todo a la medida humana. Él concibe las cosas solo como fenómenos percibidos por el hombre; de esta forma forzó a reconocer el carácter abstracto de los primeros elementos de la geometría, ya que solo se aplica a las figuras ideales.
El sofismo representa el final del llamado período cosmológico, en el que la inquietud del conocimiento se centra en la naturaleza y el comienzo del período antropológico, centrado en el hombre. El objetivo de los sofistas era formar a los jóvenes, que consideraban necesarios, para dedicarse a la política.
El sofismo también se distinguia de la filosofía griega por su método, ya que aunque la antigua filosofía no excluía la observación empírica, era típicamente deductiva, lo que significa que una vez que el sabio tenía un principio constitutivo general del mundo, debía explicar los fenómenos concretos. Mientras que los sofistas intentaron reunir un gran número de observaciones de hechos particulares para sacar conclusiones, tanto teóricas como prácticas, siendo su método inductivo empírico.
Se puede decir sin lugar a dudas que la noción de sofista estaba cambiando con el tiempo. Inicialmente, el sofista se dedicó a la enseñanza y la instrucción: Sin embargo, desde las posiciones de Platón, Sócrates y otros sabios, comenzaron a asociar el engaño sofístico. Por lo tanto, uno puede tomar la definición de sofista como alguien que, usando sofisterías y falacias, engaña a las personas y obtiene un ingreso de su habilidad para confundir al otro a través de sus argumentos.
