Una de sus características más interesantes es su condición de abundante, considerado el cuarto metal más fácil de encontrar siendo localizado, mayormente, en minas, rocas ígneas, además de minerales que contiene hierro.
Con él es posible fabricar prótesis que sustituyan partes esenciales del cuerpo, como lo pueden ser los brazos, manos, piernas y pies, debido al bajo índice de daños que ha causado por el contacto con la piel, es decir, existe una biocompatibilidad. Martin Klaproth, responsable del conocimiento del uranio, es el intelectual que dio luz sobre el nombre “titanio”, siendo extraído del término proveniente del griego antiguo “tierra blanca”, por ser uno de los óxidos más blancos. Su descubrimiento es debido al científico William Gregor, químico inglés, quien se percató de su existencia en el año 1795.
Uno de los primeros en obtener titanio, con un 99.9% de pureza, fue el científico Matthew A. Hunter, sin embargo, el material no jugó un papel tan importante como como metal hasta el año 1946, en el que W. Justin Kroll, dedicó tiempo a desarrollar un método eficaz para poder manufacturarlo en masa, es decir, industrialmente y, de hecho, es el utilizado actualmente.