Cualquier esfuerzo que se realice por un intervalo de tiempo superior al que habitualmente se destina para tal fin puede representar un trajín, porque el objeto o movimiento en función puede ser considerado excesivo al realizarse demasiado. Una persona que lave a mano el triple de la ropa a la que está acostumbrada a lavar considerará que la acción que está realizando es un trajín.
Las personas con algún tipo de discapacidad que se vean limitadas a realizar algunas acciones que pueden ser normales para todos, les resultará un reto y un compromiso aún mayor, la calidad de la vida que llevan a pesar de ser comprometida por la incapacidad de moverse correctamente puede tener como consecuencia que la vida que se lleve sea un trajín, un movimiento siempre intenso. Cuando una persona se adapta al estilo de vida, al comportamiento o a las funciones que realiza en su vida, por más laboriosas que están pueden ser, dejará de verlas como un trabajo pesado.