Éste es considerado como un fenómeno astronómico, él es producido en forma de ciclos, a al cual se le denomina como ciclo de actividad solar, posee una duración aproximada de unos once años y está controlado por los campos magnéticos del sol, en ellos que alternan épocas de una gran actividad solar con aquellas en donde la misma es menos activa tanto en la frecuencia como la intensidad de las mismas.
Aquellas partículas que componen el viento solar son capaces de viajar a través del espacio a velocidades que alcanzan los 450 kilómetros por segundo, por esa razón tiene la capacidad de alcanzar a la tierra en un lapso de 3 a 5 días. Este fenómeno se transmite en el espacio como una onda expansiva que puede alcanzar la superficie de los distintos planetas e incluso extenderse más allá de los límites de nuestro sistema solar, acompañando del campo magnético del sol y además una importante cantidad de materia de su superficie.
La existencia de un flujo continuo de partículas que se expulsan hacia el exterior del Sol, fue una hipótesis sugerida por el astrónomo británico Richard C. Carrington. Posteriormente en el año 1859 Carrington y Richard Hodgson observaron de forma independiente por primera vez lo que posteriormente se denominaría como llamarada solar. Dicho fenómeno se refiere a un estallido repentino de energía de la atmósfera solar, un día después de tal hecho se observó una tormenta geomagnética y Carrington supuso que existía una conexión entre ambas.