Según Kola Abimbola, los yoruba han desarrollado una robusta cosmología. En resumen, sostiene que todos los seres humanos poseen lo que se conoce como «Ayanmo» (destino) y se espera que lleguen a ser uno en espíritu con Olodumare (Olorun, el creador divino y fuente de toda energía). Además, los pensamientos y acciones de cada persona en Ayé (el reino físico/Vida) interactúan con todos los demás seres vivos, incluyendo la Tierra misma.
Cada persona intenta alcanzar la trascendencia y encontrar su destino en Orun-Rere (el reino espiritual de aquellos que hacen cosas buenas y beneficiosas). El ori-inu de uno (la conciencia espiritual en el reino físico) debe crecer para consumar la unión con su «Iponri» (Ori Orun, yo espiritual).
La mayoría de los hombres yoruba son agricultores, yamis, maíz y mijo como alimentos básicos plátanos, cacahuetes, frijoles y arvejas como cultivos subsidiarios; El cacao es un importante cultivo comercial. Otros son comerciantes o artesanos. Las mujeres trabajan poco en la granja, pero controlan gran parte del complejo sistema de mercado (su condición depende más de su propia posición en el mercado que del estatus de sus maridos). Los yoruba han estado tradicionalmente entre los artesanos más hábiles y productivos de África. Trabajaron en los oficios como la herrería, el tejido, el cuero, la fabricación de vidrio, el marfil y la talla de madera. En los siglos XIII y XIV, el fundido de bronce de Yoruba utilizando el método de la cera perdida alcanzó un pico de excelencia técnica nunca igualado posteriormente en África occidental. Las mujeres yoruba se dedican al hilado de algodón, a la cestería y al teñido.