En la lingüística, se trata del acto comunicativo que tiene por fin captar la atención de alguien, es decir, se pretende influir en el receptor. Por otra parte, dentro del campo, también se utiliza la palabra para determinar el nombre que se le otorga cierta clase de objetos o individuos, que bien puede hacer mención de sólo uno de estos, pero no estaría mencionando rasgos individualizadores; ejemplo de esto son los libros, los zapatos, la ropa o, también, los seres humanos. Los vocativos están estrechamente con los apelativos, puesto que son aquellos sustantivos utilizados para llamar la atención de un oyente. Asimismo, se emplea en aquellas lenguas que con las que se puede expresa invocación.
Como sobrenombre o apodo, el apelativo puede tomar un matiz personal, saliéndose del típico nombre grupal. Por lo general, se toma en cuenta una hazaña o acción memorable realizada por la persona o animal, además de sus características físicas y conducta. Los apodos no se limitan a la personas o animales, objetos e, incluso, específicas ubicaciones geográficas, que gozan de cierto reconocimiento o destacan entre los demás, pueden recibir uno.