Esta disciplina se caracteriza por ser muy ardua, por lo que se recomienda que los practicantes se inicien desde una edad temprana, desde los cinco a los ocho años. La razón de esto se halla en que, debido a que la coordinación muscular en el escenario debe ser perfecta y armónica, el entrenamiento debe ser continuo, para con el paso de los años mejorar las técnicas y que las presentaciones sean limpias.
Los inicios del ballet se remontan a la época renacentista, como una forma de expresión corporal, en Italia. Pero, fue en Francia en donde se desarrolló la primera academia de danza, además de uno de los primeros manuales, en los que se trataban todas las piruetas que se debían realizar, con las técnicas necesarias para hacerlas. Partiendo de ellas, en la primera mitad del siglo XX se empezaron a crear nuevas técnicas, que eran los frutos de la fusión de las tradiciones desarrolladas por otros países distintos a Francia, derivaciones que se mantienen hoy en día.