Los pacientes que presentan los síntomas correspondientes a esta manía suelen dialogar rápidamente, sin coherencia, irreflexivamente y manteniendo afirmaciones difíciles de sostener. Durante las conversaciones incluyen las palabrotas como cualquier otro término, incluso si tiene relación con el tema en discusión o no. Lo interesante de esta enfermedad es que no ataca todo el tiempo a la víctima, sólo se presenta en casos de extrema ansiedad o que imponga en el individuo cierto nerviosismo; por ejemplo, al dialogar durante una entrevista de trabajo.
El diagnóstico sólo puede ser practicado por un profesional, a través de una charla con el paciente, por lo que es considerado fundamentalmente clínico. Aunque, como en todos los diagnósticos, enfermedades que puedan estar relacionadas o mantengan una similitud amplia con respecto a la tratada, deberán ser descartadas y así podrá procederse a la evaluación de la condición.
El tratamiento consiste en internar al paciente en una clínica, en la cual se le puedan brindar los cuidados necesarios para su mejoría, en conjunto con fármacos administrados durante la aparición de los síntomas, haciendo que el cerebro entre de nuevo a su estado normal. Cuando la situación del paciente haya mejorado totalmente, y ésta sea notada por los médicos a cargo de él, podrá ser dado de alta y seguir su recuperación en su hogar.
Para la prevención se requiere evadir toda causa externa, como la falta de sueño, el saltar las comidas, mantener una rutina estresante, consumir estimulantes o drogas psicotrópicas. También, la temprana detección de condiciones similares puede ayudar a descartar la coprolalomanía como enfermedad principal.