Poniéndolo en términos más simples, el egocéntrico pone su personalidad en el centro de la atención de todos y luego todo lo que le sucede y lo que le gusta y necesita siempre estará por encima de las necesidades del resto de la gente. Para el egocéntrico es imposible que haya otra alternativa a la que él propone, ya que todo lo que dice y piensa será lo único que se puede valorar.
El término egocéntrico proviene del latín, es la unión del ego y centrum, que significa el centro de todo o el centro, y resalta la tendencia de una persona a referirse a sí misma, haciendo que el «yo» sea el centro del universo.
Algunos sinónimos de egocentrismo son: egoísta, narcisista, arrogante y ególatra. El egocentrismo es lo opuesto al altruismo. Es una forma de aislamiento y, en consecuencia, una forma que conduce a la infelicidad, ya que las personas egocéntricas son tan egocéntricas y piensan que son tan superiores que terminan sin tener amistades.
En general, el egocéntrico, no es bien visto en la sociedad, incluso más, a menudo es rechazado por la mayoría de las personas, precisamente por esa falta de consideración por los demás y la excesiva autoestima y todo lo que se relaciona con él.
Los psicólogos enfatizan que el egocentrismo consiste en creer que las propias opiniones e intereses son más importantes que los pensamientos de los demás. Lo que el egocéntrico busca es, según su punto de vista, lo único que tiene valor.
El psicólogo experimental suizo Jean Piaget (1896-1980) afirmó que todos los niños son egocéntricos porque sus habilidades mentales no les permiten comprender que otras personas pueden tener criterios y creencias diferentes a los suyos. Otros especialistas, sin embargo, minimizan sus estudios.