La ideología se caracteriza por la implicación de pertenencia de un grupo de individuos que antagoniza con otro grupo. De esta manera, se puede decir que la ideología implica cierto dogmatismo; tal es el caso de las religiones, las cuales de cierta forma buscan la realización espiritual pero cada una posee cierto fundamento práctico para lograr este fin, por lo que con frecuencia entran en el antagonismo entre ellas a pesar de querer llegar a un mismo fin. La rigidez o flexibilidad de una ideología depende sin embargo de cada individuo o grupo que la adopte para sí mismo, pues esta puede irse adaptando de acuerdo a las necesidades y cambios que pudieran darse en el transcurso previo a su realización, siempre que estas adaptaciones no cambien de forma sustancial aquello en lo que se basa el ideal de origen.
Algunos teóricos en la materia son los que sostienen, que la capacidad de una persona o grupo para adaptar su ideología en contraste con las peticiones externas y las nuevas necesidades son las que consiguen perpetuarse a lo largo del tiempo, un claro ejemplo de esto sería la religión Católica, la cual a pesar de mantener muchas veces una postura dogmática ha demostrado también poseer la capacidad de adaptarse a los tiempos modernos, sin que esto afecte de forma negativa sus creencias y finalidades fundamentales.
Por otro lado también existen teóricos que afirman que los cambios y adaptaciones no tienen cabida para con una ideología ya formada y fundamentada, teniendo entonces una visión más radical y nada permisiva acerca de lo que se espera obtener con alguna ideología.