Comúnmente, el término es confundido con “desnutrición”, que se define como la situación en la que el individuo afectado no está siendo bien alimentado y, por lo tanto, no puede producir energía; esto se remite a que el cuerpo utilice la grasa acumulada disponible para mantenerse estable en todos sus procesos, haciendo al paciente muy delgado y débil.
Esta enfermedad presenta dos caras: la desnutrición y el estímulo exagerado de la alimentación, la primera, explicada anteriormente, causa 6 millones de muertes en niños todos los años, por la falta de recursos en países excluidos, al igual que la irresponsabilidad por parte de los encargados de cuidar a los infantes; la segunda, de la misma manera, es muy grave, pues, es una causante corriente de la obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y cáncer; su modus operandi es sencillo: hace que el organismo deje de esforzase por conseguir la energía, ya que tiene mucha grasa acumulada, volviendo lento el metabolismo.
Se sabe, con certeza, que la obesidad está arrasando y se estima que existen, al menos, 1000 millones de personas con esta condición. Algunos estudiosos de la materia concuerdan en que se está yendo de un mundo con personas desnutridas a uno repleto de sobrepeso. Aún así, no se ha erradicado el hambre en el planeta y es un fenómeno sin explicación, porque se producen el doble de alimentos necesarios, es decir, se pueden alimentar a toda la población mundial multiplicado por dos.