El gobierno de Argentina entonces conformó un “estado docente” en el que se desarrollaría toda una compleja estructura educativa que incluyera infraestructura, equipos y personal de alta calidad para vencer la sombra de la ignorancia de todos aquellos europeos golpeados por la primera guerra mundial que decidieron cruzar el océano atlántico en búsqueda de una mejor vida y de todos aquellos gauchos, criollos e indígenas que se acercaron a la ciudad en búsqueda de la solución o mejora de vida ofertada.
El Sistema de Educación Pública que garantizaría todo este plan fue construido desde 1880 hasta 1916, cuando comenzó, los rasgos que más destacaron en la conformación del Normalismo fueron: la disciplina, que imponía un carácter regio y sin contemplación, moral y ética, ideal para la inserción de valores que serían prima de la personalidad del estudiante, higienismo, y homogeneización.
El Normalismo fue un fenómeno social, más allá de un sistema educativo, ya que transformó a una comunidad, sirvió como una herramienta para el cumplimiento de un proyecto de un gobierno oligarca que buscaba lucrarse ampliamente con esto, pero al mismo tiempo trajo desarrollo y sustentabilidad para todos en la nación. Las escuelas normales y públicas del sistema eran un filtro en el que el criollo se convertía en un ciudadano de ciudad, los profesores y maestros se adaptaron a un sistema severo de educación donde la premisa era la educación de la más alta calidad con el propósito de cumplir con el objetivo. El carácter del Normalismo era tan bien establecido, que fue ejemplo para el desarrollo de muchos modelos educativos que aún están vigentes.