Qué es el olfato
El olfato es el sentido encargado de la recepción y percepción de los olores. Depende de la estimulación de los sentidos en la nariz por pequeñas partículas que se transportan en el aire que se respira.
El término deriva del latín “olfactus” que quiere decir percibir olores.
Entre sus características se encuentran:
- Nunca reposa, incluso mientras se duerme.
- Evoca recuerdos debido a que tiene memoria olfativa.
- Disminuye en las noches.
- Varía durante el día.
- Se puede educar y desarrollar.
- Los olores pueden ser captados directamente por la nariz mientras se respira (ortonasal), y al exhalar a través de la boca (retronasal).
Partes y proceso del sentido del olfato
La fisiología del olfato muestra que en la nariz se encuentra ubicado el epitelio olfativo, el cual contiene millones de receptores químicos encargados de detectar olores. Al olfatear, la mucosidad disuelve las sustancias químicas del aire.
Estos olores son detectados y enviados como señales por las neuronas receptoras presentes en el epitelio olfativo, a los bulbos olfativos. Por medio de la transducción sensorial, dichas señales son enviadas a través de los tractos olfativos con dirección a la corteza olfativa del cerebro, la cual es vital en la percepción y el procesamiento del olor.
En el lóbulo temporal del cerebro se encuentra la corteza olfativa. Además, el lóbulo es la parte que organiza la información sensorial.
Uno de los componentes del sistema límbico es la corteza olfativa. Dicho sistema forma parte del procesamiento de los instintos de supervivencia, emociones y formación de la memoria. El hipocampo, la amígdala y el hipotálamo son estructuras del sistema límbico que tienen conexiones con la corteza olfativa.
El hipocampo es el encargado de indexar y almacenar recuerdos. La amígdala se encuentra entre los encargados de la formación de las respuestas emocionales (en especial las referentes al miedo) y de los recuerdos. El hipotálamo, por su parte, tiene como función regular las respuestas emocionales.
Alteración del olfato
Existen diferentes tipos de situaciones que generan una alteración de este sentido. Las principales enfermedades del olfato se detallan a continuación.
Anosmia
Es la pérdida del olfato. Existen numerosos medicamentos, enfermedades, trastornos hormonales y productos químicos que pueden alterar el sentido del olfato, a veces de forma permanente. Las personas son menos sensibles a los olores a medida que envejecen, y las mujeres tienden a tener un sentido del olfato más agudo que los hombres. Entre las causas se incluyen:
- Congestión nasal.
- Infección en los senos paranasales.
- Alergia.
- Anosmia hereditaria.
- Mayor edad.
- Enfermedades crónicas de los senos paranasales.
- Lesión severa en la cabeza.
- Infecciones de las vías respiratorias superiores.
- Enfermedades neurodegenerativas.
Hiposmia
Es aquella enfermedad en la cual la capacidad de una persona para detectar olores sufre una disminución. Quienes la sufren experimentan deficiencias al momento de oler e identificar los olores.
El gusto y el olfato se encuentran relacionados, es por esto que, cuando el sentido del olfato disminuye, la capacidad de saborear los alimentos también puede cambiar. Entre las posibles causas se encuentran:
- Heridas en la cabeza.
- Desviación del tabique nasal.
- Alergias.
- Infecciones.
- Sinusitis.
- Problemas en los dientes.
- Desequilibrio hormonal.
- Fumar.
Hiperosmia
La hiperosmia significa tener un sentido del olfato elevado. Puede manifestarse debido a otra condición, sin embargo en algunos casos, puede darse por sí sola.
Este fuerte sentido del olfato puede llevar a una persona con hiperosmia a experimentar molestias y enfermedades por ciertos olores. Los olores desencadenantes varían de una persona a otra. Entre los olores que pueden generar enfermedades a las personas que sufren de esta condición se encuentran:
- Olores químicos.
- Perfumes.
- Productos de limpieza.
- Velas perfumadas.
Puede haber una razón genética que haga que algunas personas sean más propensas a desarrollar hiperosmia que otras.
La hiperosmia generalmente ocurre junto con otra afección, las cuales pueden derivar un cambio en el olfato. Las posibles causas de la hiperosmia incluyen las siguientes:
- El embarazo.
- Trastornos autoinmunes.
- Enfermedad de Lyme.
- Las siguientes condiciones neurológicas pueden causar hiperosmia:
- Enfermedad de Parkinson.
- Epilepsia.
- Alzhéimer.
- Esclerosis múltiple.
- Tumores en el cráneo o la nariz.
- Medicamentos recetados.
- Diabetes.
- Deficiencias nutricionales.
Parosmia
Este trastorno consiste en la percepción de los olores de forma distorsionada. Por ejemplo, el olor de las flores podría desencadenar un olor a productos químicos. En algunas ocasiones las personas que sufren de esta condición describen como desagradables los olores que perciben distorsionados.
Si la parosmia es el resultado de factores como fumar, medicamentos o la exposición a sustancias químicas, es probable que el sentido del olfato regrese una vez que se eliminen esos factores desencadenantes.
Fatiga olfativa
La fatiga olfativa es una adaptación temporal y natural del cuerpo que conduce a una incapacidad para detectar u olfatear olores comunes del entorno. Permite que el cuerpo se adapte a la exposición prolongada a los olores para que el sistema nervioso no se sobrecargue, ya que necesita estar preparado para responder a nuevos olores.
A veces también conocida como adaptación olfativa, la fatiga olfativa a menudo se asocia con áreas en las que se pasa mucho tiempo. Es por eso por lo que a menudo las personas tienen dificultades para detectar los olores domésticos comunes.
Además, es importante tener en cuenta que esta adaptación olfativa es diferente de la anosmia, una condición en la que el sentido general del olfato se reduce considerablemente o incluso se pierde. Si bien la fatiga olfativa ocurre naturalmente, la anosmia puede ocurrir debido a una infección, lesión u otros factores.
Pérdida del olfato por COVID-19
Además de los síntomas respiratorios como tos y dificultad para respirar, el COVID-19 también puede tener otros tipos de síntomas, como la pérdida del gusto y del olfato.
Todavía no está claro exactamente cómo ocurre la pérdida del olfato y el gusto con el COVID-19, pero existen algunas teorías.
La proteína ACE2 se localiza en la superficie de las posibles células que alojan el virus. A esta proteína se le une el SARS-CoV-2, causante del COVID-19. Tanto en la boca como en la nariz abundan estas células, en las cuales se encuentra de forma abundante la proteína ACE2.
Es posible que el virus pueda invadir directamente las células nerviosas asociadas con los sentidos del olfato y el gusto. La revista Science Advance ha publicado recientemente un estudio realizado por Trusted Source que pone en duda dicha idea.
En dicho estudio, las células nerviosas, encargadas de detectar los olores, no tenían rastros de la proteína ACE2, de acuerdo con los investigadores, pero sí la encontraron entre aquellas que sostienen y rodean a las células nerviosas.
El daño y los niveles de inflamación que afectan la capacidad de olfatear es posiblemente causada por la infección originada en las mencionadas células.
En comparación con las investigaciones realizadas a las consecuencias del COVID-19 sobre el olfato, la cantidad de investigaciones sobre el gusto es mucho menor.
Debido a que estas condiciones ocurren en la mayoría de los casos en conjunto, se cree que la pérdida del gusto es una consecuencia de la pérdida del olfato, por parte de las personas que sufren de esta enfermedad.
Olfato en los animales
En la naturaleza, muchas funciones como la atracción de la hembra para la reproducción, conseguir alimentos, huir del enemigo se realizan gracias a los quimiorreceptores. Por ejemplo, en los insectos, estos se encuentran relacionados con el olfato y se encuentran ubicados en sus antenas y las utilizan para conseguir alimentos.
La mayoría de los mamíferos machos “marcan” su territorio con la orina para prevenir a otros machos de su presencia y, en general, cuando desconocen el camino lo señalan de la misma forma para no extraviarse (muy común en los perros). Fenómenos como estos nos muestran la importancia del olfato en los animales.