Muchos filósofos han reflexionado sobre el nivel de conocimiento que los seres humanos tienen o pueden alcanzar. Como cognoscentes, hay quienes sostienen que el hombre no tiene acceso a la verdad o realidad última, sino que más bien conoce ciertos fenómenos que surgen de ella. En este sentido, el conocimiento se toma como conocimiento que se extrae de la realidad, con el sujeto ubicado fuera de él.
Hay diferentes tipos de acciones. Hay acciones que son inmanentes, es decir, que son un fin en sí mismo. Un tipo de acción indistinguible es el acto de conocer, ya que el conocimiento no es un medio en relación con un fin, sino un objetivo que tiene una validez positiva por sí mismo.
A lo largo de la historia de la filosofía hay diferentes teorías del conocimiento que abren el debate en torno al proceso de conocimiento en sí. Hay pensadores que creen que los seres humanos pueden acceder a la realidad a través de su conocimiento. Este es el caso, por ejemplo, del pensamiento realista de Tomás de Aquino.
El positivismo como corriente filosófica que afirma que el sujeto cognoscente solo esta en la capacidad de percibir una manifestación de la realidad, solo un aspecto de la realidad, ya que no tiene acceso a la realidad en forma absoluta.
Por otro lado, el constructivismo afirma que el sujeto cognoscente construye o genera su propia realidad a partir de su subjetividad. De lo que se puede afirmar que la realidad no es externa sino que pertenece a su núcleo más íntimo, es una representación mental creada por el aparato psíquico, y los individuos interactúan permanentemente con la realidad para generar algún tipo de conocimiento para comprender su entorno, transformarlo de acuerdo sus necesidades y adaptarse a lo que los rodea.
Al ser constituido como un sujeto consciente (que tiene conocimiento), el ser humano es libre porque puede decidir qué hacer de acuerdo con su pensamiento. Esto no significa, por supuesto, que el conocimiento esté exento de las interacciones sociales.