A la hora de consumir un ave de corral todas sus partes corporales pueden ser comestibles, sin embargo existen diferentes áreas que tienen mayor preferencia por el público de acuerdo a que poseen más cantidad de carne, como lo son: la zona pectoral o “pechuga”, músculos de los miembros inferiores conocidos también como “muslos”; en menor proporción son consumidos las extremidades superiores “alas”, el cuello o “pescuezo”, las patas y vísceras que son unidas bajo el nombre de “menudencias”, entre otras zonas más donde el ave es consumido en su totalidad bajo cualquier receta: ahumado, asado, frito, en sopa y acompañado con infinidades de contornos.
La mayoría de las aves criadas en un corral son aquellas que no poseen un vuelo de gran duración o no son voladoras bajo ningún contexto, esto se debe a que sus músculos pectorales no cuentan con la suficiente fuerza para sostener el impulso del vuelo; aquí también juega un papel importante la proteína transportadora de oxígeno conocida como “mioglobina”, esta se encarga de transportar esta molécula a los músculos para que estos desarrollen mayor energía, las aves no voladoras la poseen en cantidades muy bajas. La carne de las aves de corral tienen poca pigmentación o son blanquecinas; sobre todo aquellas secciones que son muy oxigenadas como la pechuga, mientras que en las zonas donde hay mucha pigmentación son un poco más oscuras si se realiza una comparación, ejemplo: las extremidades inferiores (muslos) y las superiores (alas) que poseen poca movilidad y poca oxigenación por lo anteriormente mencionado.