Generalmente el corporativismo se encuentra integrado por la comunicación o interacción de tres sectores: las asociaciones de empresarios, asociaciones de sindicatos y el gobierno como negociador de ambas. De hecho para que exista un verdadero corporativismo la sociedad debe estar dividida en clases (empresarios, trabajadores, etc).
El corporativismo en su acepción moderna se originó en Italia luego de la primera guerra mundial, fue creado por Benito Mussolini como un método de control social para consolidar al Estado. Según esta doctrina el corporativismo juntaría a los obreros, empresarios y gobierno. Su autoridad englobaría desde la determinación de salarios, la solución de pugnas laborales, la coordinación en la producción, la enunciación de contratos de trabajo colectivo y la previsión de todo tipo de huelgas que ocasionen cierre de empresas.
Es importante resaltar que este término no ha sido muy bien visto, ya que para muchos el corporativismo es empleado para designar medidas económicas que sólo buscan el beneficio de un sector, generalmente el de las grandes élites (empresarios, líderes sindicales, gobernantes). Es por esto que para asegurar que las decisiones tomadas se mantengan con el tiempo es indispensable que la estructura interna de cada organismo sea vertical, esto trae como consecuencia hechos de corrupción, fraude interno en los sindicatos, etc.
Los estratos inferiores (trabajadores, y pequeños comerciantes) se ubican en la base de la pirámide y de existir alguna inconformidad por parte de ellos, los reclamos se realizarían de manera interna dentro de la corporación, éstos llegaban a la cúspide y de allí se generaba la interacción con otras corporaciones. Esta metodología traía descontento en los sectores inferiores (trabajadores, pequeños comerciantes) ya que no se sentían verdaderamente representados.
Lo más común dentro del corporativismo es que las dos principales corporaciones representadas por las empresas y los sindicatos pactaban, teniendo al gobierno como mediador ya que se suponía que el Estado ejercía un papel neutral. Sin embargo, el Estado contaba con representantes en ambas partes lo que su rol de árbitro era cuestionable. Esto lo que evidencia es que el Estado termina por inmiscuirse considerablemente en la economía y en la sociedad.