El descontento comienza cuando una vez finalizada la segunda guerra mundial, Israel se ve forzado a establecerse en la zona de la franja de Gaza, como compensación por los crímenes sufridos por los judíos a manos de los nazis. Sin embargo, Israel para poder establecer debía reacomodar los países que ya se encontraban establecidos en esa zona, acción que no fue bien vista por los países encontrados allí.
El conflicto inicia cuando Egipto cierra los estrechos de Tirán, acción que desfavorece territorial, política y económicamente a Israel. Si bien es cierto que esta nación, no estaba a favor de la acción militar, terminó por comprender que el avance de Egipto y el fortalecimiento de la alianza árabe, no le dejaba otra salida, si deseaba preservar su soberanía sobre las zonas ganadas.
Israel se encontraba obligado a ganar esta guerra ya que de lo contrario significaría la desaparición del Estado israelí, producto de su poca extensión territorial. Así que la única estrategia posible era atacar.
Israel comenzó atacando a la fuerza aérea egipcia, dando inicio así a la guerra de los 6 días. El estado israelí se adelantó al inminente ataque egipcio, utilizando estrategias como el “Blitzkrieg” o guerra relámpago, atacando rápidamente al bando rival con tanques y tropas, evitando de esta manera que el bando rival se posicione para luchar.
Esta guerra tuvo como resultado la rotunda victoria de Israel sobre la alianza árabe, sobre todo porque Israel contó con el apoyo político y militar de los Estados Unidos. La guerra se da por concluida, el 10 de junio de 1967, cuando los países de la alianza árabe, deciden retirarse, ya que no tenían esperanzas de ganar y también porque se habían quedado sin poder económico y con muchas bajas militares. Una vez finalizada la guerra y posterior a los acuerdos de paz, al estado israelí se le otorgó los territorios de los países agresores, como lo fueron: la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, la Península de Sinaí, los Altos de Golán.