Este condimento sábado tiene dos formas de prepararse, el primero de ellos el más tradicional, aún concebido en países asiáticos como malasia, Indonesia Japón y China, consiste en la fermentación del grano de soja compactado trigo tostado, este conglomerado se debe sumergir en un agua con sal por lo menos un año en ollas de barros por lo general labradas a mano. La tendencia en Japón es colocarle al agua con sal hongos de champiñón.
La segunda forma de prepararse es la que es más comercial y que esta de hecho en cada mercado del mundo. Se trata de la salsa de soja hidrolizada artificialmente. Los ingredientes de esta composición son químicos básicamente, pero se conserva el uso de la soja a través de una harina desgrasada que mantiene el mismo olor y aroma de la original. Se le colocan colorantes que dan el tono negruzco de la preparación artesanal, endulzantes artificiales y glutamato monosódico, lo que suprime por completo el proceso de fermentación al que se somete la salsa de soja tradicional convirtiéndola en un producto accesible y económico en todos lados que se comercializa.
En Latinoamérica se utiliza comúnmente para salar carnes de res y pollo, es un excelente acompañante de las variantes de Sushi que se han originado en la última década. También es ideal para marinar y como aderezo de ensalada. La sensación inicial de la salsa de soja es profundamente salada, pero luego queda un rescoldo dulce que permanece especialmente en comidas que contienen pescado. La comida china que se comercializa en países como Venezuela y México incorpora la salsa de soja incluso para darle color al arroz frito y lumpias que preparan.