Hay un mecanismo físico que desata el miedo y se encuentra en nuestro cerebro, en el reptiliano. Mientras tanto, la amígdala cerebral controla las emociones y su localización. Cuando percibe temor, produce una respuesta que puede ser huir, paralizar o enfrentarlo. Del mismo modo, el temor produce manifestaciones físicas inmediatas, tales como: un aumento en la presión arterial, un aumento en la glucosa en sangre, el corazón bombea más intensamente y agranda los ojos, entre otros.
Al ser una emoción primaria, se puede decir que el temor es parte del esquema adaptativo de los seres humanos y los animales, ya que representa un mecanismo de supervivencia y defensa. Gracias al temor, una persona puede responder rápidamente a una situación adversa.
Todos los seres humanos en algún momento de sus vidas han sentido temor y es que esta es una emoción dolorosa, un instinto común, que tiene lugar cuando va a producir de manera cercana un determinado evento que desea evitar.
De la misma manera, el hecho de que todos hayamos sentido temor en algún momento también significa que muchas de las situaciones o decisiones que tenemos ante nosotros evitamos y no nos arrojamos a hacerlas simplemente por temor a las consecuencias que pueden traer.
Como el temor a Dios se llama, en la Biblia, el temor reverencial y el respeto que, de acuerdo con doctrinas como el cristianismo y el judaísmo, deben mantenerse en Dios. Además, el temor de Dios es uno de los dones del Espíritu Santo que nos mueve a practicar el bien y nos alejamos del camino del mal. En este sentido, existen dos tipos de temor: el filial y el servil. El temor filial es aquel según el cual el pecado es repudiado porque uno sabe que es una ofensa contra Dios, mientras que el temor servil es aquello según el cual el pecado se evita por temor al castigo que conlleva. El temor a Dios, implica el temor que los mortales deben tener del Creador, Todopoderoso y Juez Supremo, conscientes de su capacidad para castigar y destruir a los desobedientes.
El miedo también puede mutar en una forma de entretenimiento. Ese es el caso de las historias de terror o películas del mismo género, que generan miedo pero se pueden disfrutar ya que no representan un peligro específico.