La bacteria puede tener un proceso de incubación de 15 a 20 días hasta presentar los síntomas pertinentes.
La población más vulnerable a esta afección son los niños menores de 1 año de edad, personas mayores y mujeres embarazadas. Los síntomas de esta afección, son:
- Tos intensa durante varias semanas.
- Estornudos.
- Fiebre moderada y secreción nasal.
- Silbido agudo.
- Espasmos.
- Vómitos.
Al principio puede confundirse con una gripa corriente y si no se trata de manera adecuada puede derivar en una neumonía. Normalmente se transmiten a las personas por contagio directo a través de las secreciones nasales o de la garganta.
Su tratamiento consiste en vacunas como método preventivo, sin garantizar inmunidad absoluta. También con supervisión médica puede administrarse antibióticos en la primera fase la enfermedad, la dosis varía de acuerdo a la edad del paciente. Puede utilizarse la terapia de oxígeno o la ventilación médica. Algunas posibles complicaciones pueden ser las siguientes:
- Neumonía.
- Convulsiones.
- Trastorno convulsivo permanente.
- Hemorragia nasal.
- Infecciones de oído.
- Daño cerebral por falta de oxígeno.
- Sangrado en el cerebro.
- Discapacidad intelectual.
- Detención de la respiración.
- Muerte.
Su prevención se basa en una buena higiene diaria, sobre todo en el lavado de las manos y seguir un calendario de vacunación.